martes, 16 de junio de 2009

Mi muro

Cuando el noviembre pasado empecé a plantearme que podía tener endometriosis y que eso supondría un problema serio para conseguir ser madre, por casualidad me compré un libro: “La última lección” de Randy Pausch, que contenía el dvd de la conferencia; fue un soplo de aire fresco. Desde entonces se lo recomiendo a todas las personas que quiero y están pasando por momentos difíciles: os lo recomiendo.

Es un canto a la vida de una persona a la que le queda muy poco tiempo, pero que a pesar de todo, no deja de lado el optimismo. Una enseñanza sobre la importancia del tesón, de la lucha hasta el final por conseguir aquello que quieres, de enfrentarse a las cosas de una forma realista pero intentando ser feliz, a pesar de que parezca que todo va mal.

Su forma de ver la vida se parece bastante a la mía, pero no tenía la certeza de que ante problemas graves se pudiese seguir pensando así. Siempre he creído que, al contrario del dicho, “un optimista es un pesimista bien informado”. Que detrás de cada problema no hay una enseñanza que no pudieses aprender de otra forma, pero que si te empeñas en ver únicamente lo malo: el desastre, si es inevitable, llegará, pero tú y los que quieres lo habréis pasado peor; y si puedes hacer algo por evitarlo, la única forma de conseguirlo es creer que puedes superarlo y hacer todo lo posible.

Hay dos frases en el libro que me llegaron al alma, porque eran totalmente aplicables a mi nueva lucha por la fertilidad: “No podemos cambiar las cartas que se nos reparten, pero sí cómo jugamos nuestra mano” y “Los muros están para frenar a la gente que no desea suficientemente algo. Están para frenar a los demás”.

La vida me ha dado una buena mano de cartas, sólo una parece que no encaja, utilizaré las demás para ganar la partida. Mi muro se llama “infertilidad”. Cuando en noviembre lo veía de lejos, parecía amenazante… inmenso… no me atrevía a mirarlo de frente… quizá si me acercaba con los ojos cerrados al llegar allí descubriría que no era para mí. No sirvió de nada, en marzo me encontré plantada ante él. En la consulta de la ginecóloga me pareció que se iba a caer sobre mí, pero fue sólo un momento, al tocarlo descubrí que había algo oculto que desde lejos no se apreciaba: había una opción, la ciencia salía en mi auxilio.
La subida al muro parece tortuosa, pero nada me detendrá. Del otro lado está lo que más deseo, MIS HIJOS.


“Tranquilos niños, mamá va para ahí”.





2 comentarios:

  1. Hola! Me encantó tu post de hoy, muy pero muy lindo! Y no sabes como me tocó! Me encantó la frase “No podemos cambiar las cartas que se nos reparten, pero sí cómo jugamos nuestra mano”. Realmente estoy en un momento bastante sensible y mariconeo y lloro por todo, pero tu post me lleno de esperanzas.

    Gracias por tu mensajito y por tu nota optimista, me encantó!!!!

    Estoy convencida que van a cambiar los valores, y que si bien el camino va a ser más largo vamos a intentarlo y no bajar los brazos.

    Un besote enorme!

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  2. Hola, he visitado tu blog, y me parece que eres realista y valiente para enfrentar esta enfermedad, y que como a todas las que nos toco este camino solo una cosa nos mantiene de pie, cuando caemos nos volvemos a poner de pie una y mil veces, eso es solo por nuestro gran sueño de dar vida.
    Estos mensajes nos elevan el espíritu y la esperanza...Saludos!

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