lunes, 25 de mayo de 2009

As nove ondas

Se calcula que los problemas de fertilidad afectan al 15% de las parejas españolas. Se constata una merma de la fertilidad masculina por disminución del recuento de espermatozoides y de la movilidad de los mismos; además, las mujeres inician la búsqueda de la maternidad a edades cada vez más avanzadas, y por tanto, menos fertiles. ¡Vaya panorama!
Cuando pensaba en lo mal que vamos en esto de tener hijos, recordaba que de todas formas esta no es una preocupación nueva, existen una enorme cantidad de ritos ancestrales encaminados a lograr la fertilidad. En mi tierra, Galicia, hay uno muy conocido: tomar las nueve olas en la playa de A Lanzada. Consiste en ir a esta playa en la noche del sábado al domingo del último fin de semana de agosto (o en la noche de San Juan, según las versiones), meterse en el agua y dejar que batan contra el vientre nueve olas. Y por seguir con tradiciones como “crer non creo, pero habelas hainas”, como decimos por aquí de las “meigas” (brujas), pueees… quizáaaaa… si ese fin de semana no tengo un plan mejor… puede que me pase por allí a finales de verano, que un bañito a medianoche siempre viene bien ¿alguien se apunta?, lo digo por alquilar un autobús entre todos, que un 15% son muchas parejas.

Anochecer en A Lanzada

Y para acabar, un fragmento de un poema de Sabino Torres Ferrer sobre este rito:
“Nudez na noite;
ansiedade por atinxir un soño,
un latexo profundo aínda sen pulso.
Láiase a apaisonada carne;
Nove coiteladas, nove ondas,
Aloumiño das túas mans de neve branca.”

Traducción del gallego:
Desnudez en la noche;
Ansiedad por conseguir un sueño,
Un latido profundo aún sin pulso.
Se lamenta la apasionada carne;
Nueve cuchilladas, nueve olas,
Cariño de tus manos de nieve blanca.

lunes, 18 de mayo de 2009

Setembro 2 – Pólipos 0

¡Gané! Me gustaría contar una historia épica: yo sola frente a mi pólipo, histeroscopio en mano; de repente apareció otro para ayudarle, pero no me amedrentaron. Me enfrenté a ellos, blandí las pinzas, un corte aquí… otro allá. Fue una batalla dura, pero al final logré la victoria…… Pero la verdad es que no fue así, ¡ni me enteré!

El anestesista tras palpar mi brazo izquierdo y decir un par de veces “no se ve ninguna vena” consiguió acertar con la aguja a la primera. En seguida conectó la sedación a la vía y en ese momento noté que las luces del techo parecían moverse, antes de que yo dijese “me mareo” ya me advirtió que me iba a dormir. Un respiración profunda y lo siguiente que sentí fueron unas palmaditas en la cara mientras oía: “Setembro, ya ha pasado todo”… ¿Cómo que ya ha pasado todo?… ¡si no me he enterado!

Me llevaron a la habitación donde me esperaba mi marido. El ginecólogo ya había hablado con él y le había dicho que todo fue muy fácil. Me quitó el pólipo que se veía en las ecografías y otro pequeñito que descubrió. Todo bien. Unos minutos después una enfermera me preguntó qué quería para desayunar, la miré mientras pensaba “¿pedir un croissant estaría fuera de lugar? ¿qué me ofreces?”, tímidamente respondí “no sé”, me propuso tomar un café y asentí: café, agua, zumo y un par de sobaos. Hubiese estado mejor el croissant, pero bueno, me lo tomé encantada.

Una hora después me dieron el alta. Ninguna molestia, ningún dolor. No me engañaron cuando me dijeron que era sencillísimo.

Primera prueba: ¡SUPERADA!

lunes, 11 de mayo de 2009

El jueves… histeroscopia

Iba a ser mañana, pero al final será el jueves. Mi pólipo en el útero va a pasar a ser historia: adiós… buen viaje… no te echaré de menos.

Me cambiaron la fecha porque les di demasiada información. En la primera visita a la clínica de fertilidad me pidieron dos analíticas: una para el preoperatorio para la eliminación del pólipo y otra, la serología típica antes de iniciar un tratamiento. Cuando fui a pedirlas me las hicieron a la vez, con lo que tengo un único informe de resultados.
Por supuesto, abrí el sobre y comprobé que todo estaba bien; ya sabéis que si algo aparece fuera del rango normal lo marcan con un asterisco y yo, médico no soy, pero los asteriscos los distingo a la primera. Sólo había uno, en los anticuerpos de la toxoplasmosis: “¡bien!” me dije, no tendré que preocuparme durante el embarazo de lavar las verduras exageradamente y podré comer jamón tan tranquila.
Así que el viernes llevé los resultados a la clínica y los dejé allí con cara de “ahí queda eso, estoy supersana”. Horas más tarde me llamaron para indicarme que los valores de los anticuerpos de la toxoplasmosis eran elevados (¡maldito asterisco! nunca me debí fiar de él) y que… sería mucha coincidencia… pero podría pasar… aunque sea raro…que esté pasando ahora la toxoplasmosis y entonces, sería mejor esperar unos días para operarme. Tendría que hacerme otra analítica y según el resultado me operarían el martes o lo retrasaban.
Era viernes, en mi clínica habitual no me darían los resultados el lunes. Ya me había organizado el trabajo y me había hecho a la idea, lo de cambiar de planes nunca lo he llevado bien, así que quería agotar todos los recursos, sin tener ni idea de medicina decidí convencer a la enfermera que me atendía por teléfono:
- ¿Cómo? Pero si la prueba de la toxoplasmosis era para el tratamiento, no para el preoperatorio.
- Ya… pero los valores son altos.
- Pero si fuese importante me la hubiesen mandado antes de operarme; el resultado va ahí porque me hicieron a la vez la analítica del preoperatorio y la serología para el tratamiento.
- Ya… pero dado el resultado.
- ¿Y si los hubiese llevado por separado? Me hubiesen operado, así que puedo repetir la analítica para comprobar si estoy pasando la toxoplasmosis, en cuanto tenga los resultados los llevo, pero el martes me opero igual.
- Hummmmm...
(Sí, sí… la convencí)
- Voy a preguntarle al doctor
Durante unos segundos saboreé la victoria.
- No, dice el doctor que es imprescindible tenerlos antes de la histeroscopia.
Vale, está bien… si el médico lo dice… ¡pero no me convence! mi razonamiento era muy lógico. Al final me fiaré de los profesionales.
Así que el miércoles tendré los resultados y el jueves me despediré de mi pólipo.

Lo mejor es que estos días estaré entretenida y sin ponerme nerviosa por la intervención, y todo por una de las instrucciones que me han dado: tengo que llevar camisón y zapatillas ¡tendré que elegir modelito!

domingo, 3 de mayo de 2009

Día de la madre

En primer lugar quiero felicitar a todas las que sois mamás, a las que estéis embarazadas y a punto de serlo, y ¿por qué no? a todas las que lo deseamos tanto.

Tenía un poco de miedo a este día, temía estar demasiado melancólica, pero la esperanza me puede en estos momentos y sólo pienso en que seguramente el día de la madre del próximo año lo celebraré embarazada.
Esto me hace pensar en dónde radica la especificidad de ser madre. Creo que no está en haber tenido un embarazo y un parto, o en rellenar formularios de adopción o en que tu pareja aporte a la familia un par de hijos… creo que ninguna de estas cosas es necesaria, ni mucho menos suficiente.
Ser madre es sentir un amor incondicional, estar dispuesta a darlo todo sin esperar nada a cambio; enseñar a tus hijos la alegría de la vida, a levantarse cuando se caen y hacerles saber que no hay nada para ti más importante que ellos, que siempre te tendrán para lo que sea, que les darás todo lo que puedas, que no regatearás en mimos, que cuando te enfadas con ellos estás llorando por dentro (y por fuera, a veces), que estarás a su lado aunque sus decisiones no te parezcan las correctas, que no puedes vivir sin ellos y que aceptas también las críticas que puedan hacerte, aunque te sienten fatal. Cuando la mayor recompensa es que tus hijos transmitan a los suyos el mismo amor.
Lo que deseo de verdad es “ser madre”, lo de los tratamiento de fertilidad a la búsqueda del embarazo es el medio que hemos elegido para conseguirlo.

Gracias mamá por enseñarme lo que es ser MADRE.