miércoles, 22 de abril de 2009

Primera visita a la clínica

El lunes fuimos por primera vez a la clínica de fertilidad.
Iba con una idea clara en la cabeza: si salía de allí con la confirmación de que la operación de endometriosis sería por laparoscopia y fecha para la intervención en, pongamos, dos meses; sería un éxito. Tenía muchísimas ganas de operarme, pensaba en el momento en que se acabasen los dolores de regla, pinchazos...

Cuando llegamos nos atendieron muy amablemente y esperamos en una sala situada en la entrada, a los pocos minutos pasamos a un despacho para tomar nuestros datos y hacernos una ficha. Un rato más tarde entramos en la consulta.
Nos recibieron dos doctores y una enfermera (¡qué despliegue!), esto me impuso un poco, la verdad, tanta atención abruma.
Para empezar una frase que me encantó: “A ver qué podemos hacer por esta familia”, supongo que lo dicen por rutina, pero a mí me sonó estupenda.
Algunas preguntas sobre el tiempo de búsqueda, enfermedades… y les enseñé mis ecografías con cara preocupada y pensando “ahí va eso ¿qué me decís?”, las miraron y me preguntaron por los síntomas que tenía de endometriosis.
Pasé a la zona de revisión ginecológica y me preparé mientras le hacían ahora las preguntas a mi marido. Entraron los dos médicos y la enfermera (¡cuánto público!). Allí estaban los quistes y mi pequeño pólipo, los vieron, los midieron y nos fuimos otra vez al despacho.
Entonces nos empezó a contar el doctor que la operación era una opción (yo tenía cara de “sí, lo sabía ¿cuándo, cuándo?, adiós a los dolores”) pero que por estudios recientes habían llegado a la conclusión de que era mejor no intervenir (¿eh?), que la tasa de embarazos era similar en mujeres operadas y no operadas; y que la respuesta de los ovarios eran mejor antes de intervenir; así que si no me dolía mucho, podía llevar una vida normal y quería tener hijos, me recomendaban no operarme; si tenía dolores fuertes, entonces me operaban (¡ah!, pues la verdad, con pastillas no lo llevo tan mal... ¡buff!... lo que hace la cabeza). Desde ese momento me pareció que la operación era la peor de las ideas, entonces ¿qué nos proponían?
Nos dijeron que para controlar los quistes y probar si se reducían: tres meses con Decapeptyl, me provocaría una especie de menopausia y en ese tiempo me extraerán el pólipo (algo muy sencillo, según él) y tendremos una visita intermedia para ver cómo va. También en ese tiempo nos haremos las pruebas típicas. Y después… ¡empezamos!
Directamente a FIV, parece que con endometriosis las posibilidades de lograr un embarazo por método tradicional o IA son del 8% (¡bien!, vamos a lo seguro). La peor noticia fue que nos debemos preparar para que la respuesta de mis ovarios no sea óptima, palabras textuales: “si oyes que a otra le extrajeron catorce óvulos y a ti sólo dos, no te agobies, es normal”. Así que, parece que el camino puede ser largo, pero se ve la meta.

En estos dos días: ya me han puesto la primera inyección de Decapeptyl, ya me extrajeron sangre para los análisis, ya tengo cita con mi ginecóloga para ver cuándo me puede extraer el pólipo… ¡qué vorágine! ... ¡ME GUSTA!

La sensación de estar en marcha es fantástica, estoy en una nube ¡A POR TODAS!

sábado, 18 de abril de 2009

Estadísticas

Siempre me ha parecido una ciencia provechosa para conseguir razonamientos que apoyen tus convicciones. Por ejemplo, cuando llevas once meses intentando quedarte embarazada sin conseguirlo pero el optimismo llena tu vida, la estadística te dice que el 90% de las parejas logran un embarazo en un año de relaciones sin protección: “¡Aún estamos dentro del rango de la gran mayoría!”; por el contrario, en el mismo caso pero el día siguiente a que te haya venido la regla, la estadística también te dice que el 80% de las parejas logran un embarazo a los seis de iniciar los intentos: “¡Noooooo, estamos en el 20% que tarda entre seis meses y un año o que tiene problemas de fertilidad!”.

El lunes tenemos nuestra primera consulta en una clínica de fertilidad: tiene una tasa de embarazos logrados del 55%, que aumenta a un 90% considerando resultados acumulados en cuatro intentos. Estoy muy emocionada ¡los resultados son magníficos! Si después del primer tratamiento algo va mal, ya investigaré los pormenores de los datos, por ahora “¡la estadística me sonríe!”

miércoles, 15 de abril de 2009

Amuletos

Nunca he creído en los amuletos, de hecho no creo mucho en la suerte aunque me considero una persona afortunada (pensamiento contradictorio, ya lo sé). El caso es que desde hace poco tengo un amuleto. En Navidades mi hermana me regaló una pulsera de esas que se van completando con abalorios, y en marzo, después de afrontar la cruda realidad en la consulta de mi ginecóloga, mi marido me regaló un abalorio de color verde para que nunca pierda la esperanza.

Eso sí que me vale, no es que el objeto en si me vaya a traer buena suerte pero cada vez que lo veo me repito “lo vamos a conseguir”.

Hoy pensé que había perdido la pulsera y hasta estaba un poco agobiada, pero al final la encontramos. Miré mi abalorio verde y recordé mi mantra.

lunes, 13 de abril de 2009

Mi endometriosis

Para las que no sepais de qué va, os cuento lo poquito que sé: el endometrio es el tejido que recubre el interior del útero. Cada ciclo crece preparándose para alojar un embrión, si la implantación no se produce, se descompone produciéndose una hemorragia que es la regla. La endometriosis se produce porque hay tejido de endometrio fuera de su hábitat, pero que sigue el mismo ciclo. Cuando se descompone, la sangre no se puede expulsar al exterior del cuerpo y entonces, si está en los ovarios se forman coágulos que acaban por enquistarse; si está en el exterior del útero, cicatriza produciéndose adherencias, es decir, los órganos se van pegando unos a otros. Puede llegar a ser peligroso, se pueden producir perforaciones de intestino, dolores muy fuertes en la zona pélvica, dolor al tener relaciones… dolor… dOlOr… DOLOR.
Afecta a la fertilidad porque los quistes ováricos reducen la calidad de los óvulos, además parece que estos quistes, o el cuerpo en reacción a ellos, pueden segregar sustancias que dificulten el embarazo. Las adherencias, si afectan a las trompas, pueden obstruirlas, con lo que se cierra el paso a la fecundación de los óvulos.
En definitiva, una enfermedad desconocida para la mayoría, que afecta al 10% de las mujeres.

Poco a poco, leyendo leyendo, fui dándome cuenta de que seguramente tenía endometriosis. Supongo que algo debí sospechar hace ya muchos años. Cuando tenía la regla me tomaba ocho pastillas de Saldeva Forte al día y el dolor no remitía. Pero es que “la regla duele mucho” … ¿o no?... nunca me había preguntado si eso era normal, simplemente pensaba que tolero peor el dolor que otras mujeres.
Cuando me descubrieron el Antalgin (bendita pastilla, gracias cuñada) cambió bastante la cosa, si no se pasaba con dos… pues tomaba tres. En cuanto a las reglas abundantes, pues “sipi”, también lo tengo. Me parecían ciencia-ficción los anuncios de mujeres que “en esos días del ciclo” se pasaban todo el día saltando de flor en flor y oliendo las nubes… nada que ver con mi planificación de visitas al baño cada hora y media.
La conversación con mi ginecólogo sobre esto era la siguiente:
-¿Tus reglas son abundantes?
-Si.
Y nada más… así que debía ser normal.
Tengo también otros síntomas, dolores en la zona pélvica. Me sucede desde siempre, que yo recuerde, pero sólo de vez en cuando: una contracción fuerte en la zona del abdomen, me paraliza un par de segundos y respirando muy lentamente y relajando los músculos se me pasa. Es algo a lo que te acostumbras, y si llevas, no sé, veinticinco años con esto, pues no le das más importancia. Además tengo el recuerdo de algo parecido, o lo mismo quizás, cuando era una niña. Agarrarme la barriga y no poder andar con el dolor, mis padres, histéricos, me llevaban rapidísimamente al médico, allí se me pasaba y el doctor decía que eran “espasmos”. Pensaba que era lo mismo, pero ahora creo que puede ser la endometriosis.
También me duele a veces la zona izquierda, bromeaba con mi marido diciéndole que tenía apendicitis cambiada de lado. No sabía qué eran estos dolores (que cada vez siento con más frecuencia, tengo unas ganas de operarme ya) y supuse que serían gases, unos gases raros, sí, diferentes a otros, como una sensación de escozor interno, pero gases al fin y al cabo (la ignorancia es muy atrevida).
Hasta ahora no había oído hablar de la endometriosis, y para todo encontraba una explicación que me convencía, así que nunca pregunté. A finales de 2006 mi médico de familia me recomendó tomar anticonceptivos porque siempre estaba al borde de la anemia, y como tenía reglas muy abundantes (lo normal, ya sabéis) seguramente eran la causa. ¡Vaya año y medio tan maravilloso! Aquello era fantástico, por fin supe a qué olían las nubes.
Cuando decidimos ir a por los niños dejé las pastillas, claro, y las reglas no dolían tanto, ni eran como antes. Pensaba que era estupendo y que me habían sentado de maravilla.
Pero el embarazo no llegaba. Cuando después de seis meses las cosas empezaban a ser como siempre y volvían los días terribles, yo estaba encantada de la vida. Mi razonamiento: estos meses mi cuerpo estaba aún recuperándose de los anticonceptivos y no funcionaba bien (¿?) pero ahora que vuelve a la normalidad (porque la regla siempre duele) el positivo llegará en seguida… ¿Os he dicho ya que la ignorancia es muy atrevida?
Tengo que reconocer que soy muy afortunada. Otras mujeres lo pasan realmente mal con la endometriosis, es una enfermedad terrible. Yo, con un poco de dopaje voy tirando. Para todas estas luchadoras, toda mi admiración y mi cariño.

martes, 7 de abril de 2009

A quien pueda interesar

Hola, soy Setembro, tengo 34 años y soy una recién llegada al mundo de la infertilidad. Sea más largo o más corto, el camino que a mi marido y a mí nos toca recorrer es duro pero estoy convencida de que vamos a alcanzar la meta. La maternidad está ahí… a la vuelta de la esquina… o de la manzana… o al otro lado del globo y … mientras llega… estoy decidida a seguir siendo feliz, a disfrutar de lo que tengo y a escribir este blog para ayudarme a ordenar mis pensamientos. Escribir siempre me ha venido bien para poner orden en la cabeza, explicar lo que siento me ayuda a comprenderlo. Si además me encuentro con compañeras de viaje, mejor que mejor. ¡Bienvenidas! este también es vuestro blog.


Breve introducción a la historia de Setembro


Siempre me han gustado estas palabras “breve introducción”, suelen ir seguidas de un texto no demasiado breve y tan denso que resulta difícil de seguir. Intentaré no caer en la trampa.

Nos casamos hace año y medio, después de muchos años siendo novios teníamos muchísimas ganas de ir a por los niños, así que después de la boda dejé los anticonceptivos. Los días anteriores al final del primer ciclo fueron muy emocionantes, pero no hubo suerte: “Sería impresionante acertar a la primera, pero bueno… el próximo habrá más suerte”. El segundo mes tampoco hubo resultado positivo. El tercero, estaba convencida de que había embarazo (la cabeza a veces me juega malas pasadas). El cuarto… el quinto… el sexto…

Revisión ginecológica: “seis meses no son nada, parece que tienes un coagulillo en el ovario izquierdo, si dentro de otros seis no estás embarazada vuelve por aquí”. Y después del primer aniversario de boda volví a ver a mi ginecóloga.
Esta vez la revisión no fue tan optimista, parece que se veía un coágulo más grande en el ovario y la ginecóloga muy seria me dijo que probablemente tenía endometriosis (“endo¿qué?”) y que era suficiente para que fuese complicado lograr un embarazo. Me recetó medicación para tres meses “ni uno más” y si no había positivo, pruebas ecográficas para confirmar la enfermedad.

El primer mes con tratamiento estaba pletórica, si no había enfermedad, con la ayudita extra el positivo caía seguro, incluso fantaseaba con que podían ser dos (soy adicta a leer todos los prospectos aunque no entienda nada) y si había, pues seguro que funcionaba también. El golpe fue importante cuando apareció la regla. Llevaba ya meses dándole vueltas a que algún problema debía haber pero esto fue la confirmación. Los dos meses siguientes fueron bastante dolorosos. Me fui informando de qué era eso de la endometriosis y al leer las experiencias de otras mujeres, en mi cabeza se fue confirmando el diagnóstico “yo también la tenía”.

Fui a hacer las ecografías bastante frustrada con la situación. La doctora me había dicho que si seguía ahí el coágulo, me daría medicación para inhibir la regla ¡seis o nueve meses! y probaríamos a ver si así desaparecía. Lo de “probar a ver…” me sonaba fatal. Me imaginaba nueve meses con tratamiento para después comprobar que no había servido para nada.

Los resultados fueron poco alentadores, durante el trayecto entre la clínica ecográfica y la consulta de la gine le fui explicando a mi marido lo que me habían contado: quiste en el ovario izquierdo de 7.8 cm., quiste en el ovario derecho de 4.5cm., adherencias con el útero y el intestino, pólipo en el útero de 1.5cm. No sabíamos qué pensar. En la consulta nos sentamos cogidos de la mano y esperamos las explicaciones.

La cosa estaba mal, peor de lo que imaginábamos, lo del tratamiento ya no era una opción. El consejo de la doctora fue: “primero operación para quitar todo esto y después… fecundación in vitro porque las trompas seguramente están en mal estado debido a las adherencias y, a tu edad, tampoco vamos a estar probando”. Así, en un momento, me di de bruces con la infertilidad.

Durante un par de segundos se me llenaron los ojos de lágrimas y no era capaz de articular palabra, pero la mano de mi marido y la voz tranquilizadora de mi gine me hicieron volver en mí. Había una solución, de hecho “si todo va bien, puede que en unos nueve meses estés embarazada”. Bien, ¡hay un plan!, ya puedo respirar tranquila.

Lo de tener planes me tranquiliza, suelo darle vueltas en mi cabeza a todas las opciones posibles de lo que pueda suceder y trazar planes alternativos, para tener todo controladito. Si tengo muy buena suerte y todo va a pedir de boca, sigo el plan A; si las cosas se tuercen, el plan B; si va todo rematadamente mal, el plan C;… y así hasta el plan Z. Si hay un plan, puedo ser feliz, porque puede haber una solución.

Y aquí estoy, a falta de una semana para nuestra primera consulta en una clínica de fertilidad, después de haber leído en internet páginas y páginas sobre infertilidad y endometriosis; después de descubrir que hay una raza diferente de mujeres: las que luchan por ser madres y no cejan en su empeño, lo consigan o no; gracias a todas ellas, porque he leído sobre sus vidas que han querido compartir con todas. Me han enseñado mucho. Ahora me toca a mí recorrer este camino que me llevará, sin duda, a la maternidad.