lunes, 2 de noviembre de 2009

Una señal... o dos

Durante el mes de octubre se celebra cerca de mi casa la fiesta de la Virgen de Pastoriza, a la que mi madre le tiene mucha devoción. Recuerdo ir a la romería todos los años desde muy niña. Mi madre compra velas y cuerpecillos de cera para ofrecerlos con sus peticiones. Como en todas las romerías, se mezcla el sentimiento religioso y la tradición popular. Este año ha llevado “un cuerpo de mujer” por mi hermana y por mí y “un cuerpo de hombre” por mi marido y mi cuñado. Ya imagináis cuál era su preocupación.

Mi marido y yo fuimos el último domingo, tres días después de la fecha en la que debía ser nuestra transfer. Y me ha pasado algo curioso, que me reconforta cada vez que lo recuerdo, esta vez me ha parecido recibir una señal.

La lectura del Evangelio era la del ciego que se acerca a Jesús pidiendo ayuda y este le pregunta “Y tú, ¿qué quieres de mí?”. El sacerdote en la homilía lo recordó, la mayoría acudimos al santuario con una petición y Jesús me preguntaba directamente:

- Y tú, ¿qué quieres de mí?
- ¡Ser madre! – mi respuesta fue inmediata.

Me di cuenta de lo que encerraba: no pido que mis hijos se parezcan a mí, no pido tener un embarazo… sólo pido ser madre. Dos días después de haber llamado a la clínica para confirmar que nos decidíamos por la ovodonación, esto me pareció una señal.

Pero aún me quedaba otra. En una parte de la celebración, cantamos una canción a la Virgen que aprendí de niña en el colegio, con un estribillo que hoy cobra nuevo significado para mí:

“Hoy he vuelto Madre a recordar
Cuántas cosas dije ante tu altar,
Y al rezarte puedo comprender
QUE UNA MADRE NO SE CANSA DE ESPERAR”.

Ahí estaba, la señal definitiva: Dios me decía que hay que seguir luchando, que no desespere.

Hoy sabemos que nuestro cerebro puede mentirnos ya que sólo tiene un fin, sobrevivir. Quizá sólo oí lo que quería oír, y la interpretación la hizo mi querido cerebro, empeñado en que sea feliz para vivir más años. Puede ser, pero a pesar de toda mi racionalidad y mi pensamiento científico ¡HOY CREO EN LAS SEÑALES!