domingo, 31 de enero de 2010

Toda una vida

El viernes pasado fuimos a un concierto de María Dolores Pradera (regalo de Reyes de mis suegros) y fue genial. Me gustan muchos tipos de esta diva de la música y me encanta. Me gusta su voz tan cálida, su forma de cantar que emociona, su elegancia en el escenario, los músicos que la acompañan ... en fin, hora y media de placer.
Os dejo la canción más emotiva.

domingo, 24 de enero de 2010

La sabanita


En el último año he desarrollado una facilidad pasmosa para desenvolverme en la consulta de ginecología, nunca he sido demasiado recatada pero la verdad es que me sorprendo cuando me veo entrando en la sala de ecografías casi quitándome los pantalones. Allí hay algo que siempre me saca una sonrisilla maliciosa: la “sabanita”. ¿Para qué sirve? ¿Cuál es su tamaño ideal? ¿Cómo se coloca?

Lo habréis oído muchas veces: “Pasas, te desnudas de cintura para abajo y allí tienes una sabanita”. En mi clínica, la dichosa sabanita es “talla S” (lo del diminutivo está bien aplicado en este caso) y yo necesitaría una “XL”. Cuando salgo del rinconcito donde me desnudo tengo que elegir por dónde me tapo “¿por delante o por detrás?”. Y al salir no hay mucho problema, normalmente estoy sola y me tapo por delante, yendo hacia la silla de lo más pudorosa, pero al volver… ya hay gente… y yo me tapo sólo por detrás… debe ser una estampa de lo más cómica, la verdad.

Y una vez en la silla, de forma recatada me tapo desde el ombligo hasta debajo de las rodillas. Hasta que llega el doctor, claro, entonces me la subo para dejarle trabajar. ¿Para qué sirve entonces?... ¿Para que no me vea YO?... Si yo ya me conozco y hay confianza.

Pero en esto de la “sabanita” hay también diferentes tamaños. Recientemente tuve que acudir al hospital a urgencias, y me dijeron las típicas palabras: “Pasas, te desnudas de cintura para abajo y allí tienes una sabanita”. ¿Sabanita? Aquello era una señora sábana para una cama de dos por dos. En medio de la desesperación, tuve que sonreír ¿Cómo salía del baño donde me cambiaba? ¿Enrollada en la sábana como Cleopatra en una alfombra, o a modo de coqueta toga romana? Además me habían dicho que no me quitase los zapatos… ¿y qué hago con las medias? Salir medio desnuda y con medias me parecía ridículo; quitármelas y ponerme los zapatos, demasiado tiempo para lo nerviosa que estaba; opté por bajarlas. Y así salí, con zapatos, las medias a la altura de los tobillos y una sábana enrollada en la cintura, recogiéndola con cuidado como si llevase un vestido de fiesta. Si no fuese por lo dramático de la situación, hubiese pedido que me hicieran una foto y así recordarlo para Carnaval.

El viernes pasado volví a colocarme la “sabanita”, me dijeron que todo estaba perfecto pero que, si no estábamos muy ansiosos, sería mejor dejar pasar dos ciclos. En el momento lo vi clarísimo, lo que sea mejor, claro. Ahora, después de echar cálculos, creo que la próxima consulta la tendremos sobre el 25 de marzo, y ya he avisado a mi marido de que seguramente estaré histérica e inaguantable durantes estos dos meses ¡Sí que estoy ansiosa! En principio, a partir de ahí volveremos a repetir el tratamiento.

Gracias por todos los mensajes de apoyo que me habéis mandado, tanto en el blog como en los foros, cada uno me ha emocionado. Nuestra familia y nuestros amigos también se han volcado con nosotros. Todo esto nos hace más fuertes. Besos.

domingo, 10 de enero de 2010

No pudo ser

No pudo ser. Lo perdimos.

El lunes pasado sentí que todo había acabado. Tras un fin de semana de reposo por un sangrado más fuerte que de costumbre, el lunes por la mañana en la clínica vimos el saquito y aunque el endometrio de alrededor parecía que quería desprenderse, me aumentaron la medicación y salimos de allí muy esperanzados. Por la tarde todo cambió, no tenía duda sobre lo que estaba pasando, tenía que ser un aborto. Por diversas circunstancias mi doctor no me pudo ver hasta el viernes y entonces nos confirmaron lo que ya sabíamos.

Fueron días complicados: una tarde de lunes de desesperación, sintiendo la impotencia de ver cómo se iba sin poder hacer nada; un martes de resignación, haciéndonos a la idea de que lo habíamos perdido; un miércoles y un jueves manteniendo el reposo, siguiendo con la medicación, cuando estaba convencida de que ya no tenía sentido. Cuando el viernes llegamos a la clínica no pude evitar llorar, no tanto por tristeza (porque ya había llorado mucho) como por desahogo. Era una sensación extraña, sabía que me iban a dar malas noticias pero eso supondría una liberación. Esos días me resultaba inevitable pensar en algún momento “y si no fue un aborto”, me duraba muy pocos segundos en la cabeza, pero me hacía mucho daño.

El doctor nos dijo que era un hecho aislado y que nada hacía suponer que debía repetirse, así que ahora tenemos en la cabeza el próximo intento, que seguro será el definitivo.

Nuestro peque ya no está con nosotros, nos hizo inmensamente felices durante el poco tiempo que compartimos, nos regaló la mejor Navidad de nuestra vida y fue muy muy querido. Esto es mi mayor consuelo.

Gracias a todas por acompañarme.